Está claro que nadie va a venir a salvarte la vida; eso ya lo sabíamos todos.
Si estás dentro de un pozo, o atrapado en un ataúd, debes ser tú el que se abra paso arañando hasta llegar a la superficie.
No es la primera vez que me prometen algo, para luego no cumplirlo. Y la culpa no es de ellos, ni tampoco mía. Esto no es una guerra donde unos ganan y otros pierden, aquí todos salimos mal parados; quizás unos más que otros.
Así que llegado este punto, tienes que tomar una decisión. Lo haces por ti mismo o extirpas de tus entrañas esos sueños que tanto anhelas y los entierras en lo más profundo del subsuelo, para luego, en esas noches donde no puedes pegar ojo, masturbarte intentando recordar qué era aquello que tanto llenaba tu vida.